14 feb 2010

El paradigma de Tindaya (en el siglo XXI)

Yo pasé gran parte de mi infancia y toda mi adolescencia pisando la isla de Gran Canaria. Descubrí en ella un gran jardín donde explorar rincones y gentes. Porque como suele decirse, nuestros barrancos y montañas son un infinito interior, que se amplía una y otra vez en cada rincón, un territorio plegado que no se corresponde a la manera de pensar en el plano.

Gente del llano y de la montaña, y sobre todo del océano que envuelve y baña la costa, vivo en sus mareas y creador de un espacio de evasión física y mental como pocos otros elementos pueden llegar a ser para la experiencia humana.


Y es que nuestra tierra y los que la pisamos siempre enfrentamos un conflicto de intereses, y no pocas veces tomamos partido sin poder conocer la realidad de las cosas. En este artículo -dejando de lado muchos otros lugares y momentos que merecen atención- me gustaría centrar el texto en el Paradigma de Tindaya -como mi tío Jose Miguel lo llamó en muchas ocasiones- y así intentar arrojar algo de luz en la sagrada y maldita montaña.

Tindaya no es un lugar muy diferente a muchos otros enclaves isleños. Pertenece a esa categoría de lugares que, estando demasiado lejos y a la vez demasiado cerca constituyen el "frente" de la batalla urbanística y del conflicto de intereses. Estos lugares se cuentan a miles en la geografía isleña y -aunque desconocidos para la masa-, una vez los pisas no puedes evitar pensar: "que pena siento en el alma". Intentaré no irme por las ramas.

La montaña aparece por casualidad en la vida de mi buen tío. Desconozco cómo sucedió pero me lo puedo imaginar. Pongámonos en situación: Corren los años noventa, y a ambos lados de la montaña ya están adjudicadas unas licencias para la extracción "a cielo abierto" de piedra (es decir, explotación comercial y comida de montaña) con derechos para décadas. Este hecho -es decir, el punto de partida de la montaña condenada por el interés económico de empresario y comunidad- suele ser el gran olvidado en boca de todos cuando se habla de Tindaya. Y es en mi opinión un asunto clave para la comprensión de lo que estaría por suceder.

¿Qué hacer para cambiar este negro futuro en tan grandiosa obra del paisaje majorero?. El arquitecto meditó, meditó un poco mas y seguramente volvió a meditar (y es que antes los arquitectos incluso pensaban y no solo firmaban). La idea se presento con claridad y sencillez, como toda buena idea: Excavemos el interior de la montaña extrayendo el mismo volumen de piedra que la concesión establece con derecho al empresario.

La decisión de implicar a un artista de conocido renombre para la "escultura" no fue en mi opinión lo mas acertado. Si nuestro querido Cesar hubiera estado en activo quizás la suerte hubiera cambiado, pero el mero pensamiento es una pérdida de tiempo. El caso es que Chillida "tuvo un sueño" (titular de la época tampoco muy acertado, en mi modesta opinión).

En este momento de la historia sucede el punto de inflexión. Como en una campana de Gauss, hemos alcanzado la parte mas alta en cuanto a valor existencial se trata, y lo siguiente será una oscura nube de vuelta al suelo. Son años dorados del boom urbanístico los que están por suceder. Vale, la montaña "no la tocamos", pero... ¿Porqué no cambiar esas áreas protegidas y viviendas preexistentes legalizadas por una o varias bonitas urbanizaciones? ¿Y porqué no un parque de atracciones?

No recuerdo qué fue primero y qué después. El chanchullo urbanístico, "tirar de la manta", ecologistas manipulados en contra del proyecto *[1], y un largo etcétera que continúa en la actualidad con indemnizaciones millonarias al empresario de la concesión cuya labor fue paralizada ilegalmente. En fin, sí sé que mi tío dimitió nada mas detectar que los intereses eran del todo infranqueables.

Y lo cierto es que si uno pasea por Tindaya diría que no ha cambiado tanto en esta década. De alguna manera la problemática ha quedado aplazada, y parece que lo único en juego es dinero (o sea, fe) y no piedras. ¿Habremos cambiado nosotros?

Los documentos e imágenes que acompañan este texto son propiedad del Gabinete PRAC. Visita el Archivo Digital de Jose Miguel. El texto es la opinión personal del autor del blog. 

*[1] Ruego no sentirse aludido si en el profundo uso de la creencia, con la cual comulgo, de que la naturaleza es guía y modelo de toda la creación, equilibrio y respeto, pueda uno autodenominarse Ecologísta, y si así fuera el caso, sentirse aludido sí y solo sí, descuidándose de no conocer la radical (de raíz) primera premisa del paradigma-, simplemente abrazara una religión mas, sin embargo en este caso en el sillon de la hipocresía. Recordemos a nustro hermano Bob Marley. En ese caso no seríamos mas que peones del mismo juego, y de los mismos oscuros intereses.

Antecedentes de referencia y próxima actualidad: "Salvar Veneguera": Mientras se merendaban nuestra "Microred de Enclaves Naturales entre Playas Artificiales y Hoteles de Lujo" en la costa del Sur, desde Arguineguín hasta el mismisimo Veneguera (porque carretera no había, y ahora sí la hay... reservada.), nosotros "bailábamos al son de la música". Según la prensa oficial, no se que empresa le compra a no se que Banco, a diecimucho de Febrero de 2014, la parte que tenía de "la finca de Veneguera". Por sus "acciones" los conoceréis.